Durante mucho tiempo pasé preguntándome cual era mi sentimiento acerca de la ciudad, si es que era una opinión relista o no, y la verdad es que dentro de mi mente siempre ha coexistido la imagen quizás descabellada de que la ciudad muchas veces se escapa de nuestras propias existencias o de lo que podemos controlar, trasformándose casi en una cosa con cabeza propia. Suena loco, pero a veces es bastante dificultoso establecer el punto entre que dejamos de ser dueños de la ciudad y la ciudad pasa a ser dueña de nosotros, de nuestros actos, de la forma en que vivimos. Pero no nos damos cuenta, tal si fuéramos entes confinados que nunca han buscado la frontera la cual nos parece un auténtico despeñadero.
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